viernes, 5 de noviembre de 2010

¡OH CRISTO! - AMADO NERVO




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Nota:
Siguiendo con este afán de seguir publicando algunos de los correos que compartí con los buenos amigos de todo el mundo, es que hoy quiero recordar aquél sentimiento que vino a mí al leer un poema del gran Amado Nervo (México; 1870-1919).
Dejé impregnadas en mi vieja historia alada de emociones, mis mas sensibles palabras.
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Amigos(as):
¿Cómo puede sentir alguien lo mismo que yo si vivió hace noventa años atrás? Y, acaso no es extraordinario y milagroso de aquéllo, el pensar que personajes como Moisés, Jacob, Abraham, Noé, Isaías, Jeremías, Ezequiel, etc. O, los grandes profetas que vivieron en éste continente como Nefi, Alma, el Rey Benjamín, Helamán, Mormón, Moroni, etc. Me puedan transmitir no sólo sus conocimientos, sino lo que sentían y pensaban como si me hablaran ellos mismos hoy. ¿Qué clase de comunicación tan profunda, lejana y bella es ésta? La de sentir algo que no esperé, no planifiqué, no imaginé y que es tan milagroso para mí. Trato de hacer que mi imaginación logre ver esos finos lazos espirituales que nos rodean, como si fuera una especie de red telefónica o los espectros de ondas electromagnéticas que viajan por el espacio sin que las detenga nada material; así imagino la red de comunicaciones de los cielos, sólo que perfecta, infalible y que no llega con un impuesto que pagar ni con nada que condicione una obligación penitente para recibir tan sublime señal. Es la red de su Espíritu, como un dulce murmullo hacia el alma misma que la estremece de sosiego y de una paz que se adhiere como un sello en el centro del corazón mismo y que no se borra nunca.

Me siento a imaginar la cantidad de cosas que puede transmitir ese Espíritu, el mismo que produce que broten sentimientos expresados en testimonios con sencillez y profundidad, de profetas que yacen en sus tumbas durmiendo para los hombres. Ellos están muertos , pero siguen transmitiendo la profundidad a la que llegaron. ¡Me maravillo por ello!

Este es un poema precioso que he gustado meditar; gracias a una noche en la que me hallaba buscando conectarme con la red perfecta de mi Dios, y El me guió hacia este oratorio de arte y fe.
Amado Nervo sentía lo mismo que yo, y ya no está; pero su alma sigue viviendo en su recitar. Y yo estoy aquí para leerla.
Poner el oído del corazón inocente y el carácter de la humildad, en el altar de los sacrificios para hacer de este poema, una arenga mas para nuestras veteranas batallas espirituales.

«Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh Cristo!

»En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh Cristo!

»¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh Cristo!»



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Atte.
Jorge Raul
17 de agosto de 2009
Hora local del remitente: 16:00




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